Poétic@, aventura y corrosión
Puede suceder que en medio del camino de nuestra vida (ese mismo que citaba Dante tiempo ha) emerjan cambios a los que les intuimos una gigantesca carga de profundidad. El de la sociedad digital y de Internet es uno de esos cambios. Su envergadura nos puede crear perplejidad, entusiasmo o rechazo, pero condiciona indeludiblemente el tiempo en que vivimos. Yo me siento afortunado por poder asistir al inicio de uno de esos cambios. En él, no veo más que retos apasionantes. Lo queramos o no, el futuro del libro está determinado por los nuevos paradigmas digitales. Por tanto, como he manifestado en otras ocasiones, es preferible asumir e incluso protagonizar los cambios antes de que ellos te arrastren y sólo te quede agarrarte al furgón de cola para sobrevivir. No tengo ninguna duda de que la nueva sociedad digital va a condicionar los procesos creativos en todos los ámbitos del arte, pero muy singularmente en el relacionado con la escritura y con la lectura. En consecuencia, Poétic@, es mi personal apuesta literaria en este proceso. Viajan conmigo muchas dudas, imperfecciones, incoherencias, dificultades y desconocimientos pero, en todo caso, ahí va. Yo (también) navegar.
En cuanto a su proceso creativo Poétic@, es un libro de largo recorrido. Para muchos escritores y escritoras, el tiempo es fundamental. A veces, porque la escritura es una carrera contrarreloj para evitar la disolución que el propio tiempo ejerce sobre la creación literaria. Y también porque marca una línea evolutiva. En la creación literaria, el tiempo marca etapas. Pero, los tiempos, en la creación literaria, también son profundamente engañosos. Porque hay obras que responden a impulsos diversos en momentos diversos. A Poétic@ le sucede algo de eso. En realidad, el poemario fue escrito durante los años 2008, 2009 y 2010. Tenía la vocación de provocar la reflexión y el debate, desde una perspectiva desprejuiciada y al mismo tiempo metaliteraria, en torno a la poesía, con una mirada irónica, flexible, desmitificadora, lúdica y corrosiva. Y lo hacía desde una estructura que se alimentaba de múltiples fuentes y se inspiraba ineludiblemente en Internet. Era, en aquellos años, un poemario pensado en función de la red –su estructura es exactamente la misma que conserva hoy– pero con la intención de ser publicado en papel. Incluso aunque por aquel entonces ya ofreciese en el papel múltiples enlaces –imposibles– a la red.